valoración de los diamantes

TABLA DE LA ESCALA DE GRADACIÓN DE LA COLORACIÓN DEL DIAMANTE

Sólo aproximadamente un 20% de todos los diamantes son utilizables en joyería. La mayoría tienen utilidad técnica. Los diamantes industriales («bort») son imprescindibles para cabezas de perforadoras, fresadoras, herramientas de vidriero, muelas, así como para la aplicación científica en la técnica de las medidas y en la comprobación de la dureza.

La calidad de un diamante no se capta a simple vista, dos diamantes aparentemente iguales pueden ser, en realidad, muy diferentes; y dos diamantes de igual tamaño pueden tener distinto valor… La diferencia entre ambos puede ser muy sutil. Para apreciarla hay que entender lo que son las 4 «c» (características), que determinan el valor y la calidad de un diamante: Color (colour), Talla (cut), Pureza (clarity) y Peso (carat ) en quilates. Ninguna tiene más importancia que las demas y todas influyen en la rareza de la piedra y por tanto en su valor. La diferencia entre los distintos grados es muy pequeña, siendo el peso la característica más objetiva, el color y la pureza pueden variar, influyendo el rigor que se aplique.

GRADACIÓN SEGÚN COLOR

Hay diamantes de todos los colores. Los más frecuentes son los tonos amarillentos; en la gradación se consideran conjuntamente con los diamantes incoloros. Los más raros, claramente coloreados (verde, rojo, azul, púrpura, pardo, amarillo), los llamados colores de fantasía (fancy diamonds), alcanzan valor para los aficionados. Sólo unos pocos son excepcionalmente blancos bajo la luz del sol. La mayoría de los diamantes considerados blancos presentan matices amarillos o marrones, algunos tan débiles que sólo el ojo de un experto puede detectarlos.

El color de un diamante es un importante factor que determina su precio. De hecho, los diamantes completamente incoloros, excepcionalmente blancos, son muy escasos y valiosos. También los «fancies», o diamantes de «fantasía», cuyo color (rojo, azul o incluso el negro) puede verse a simple vista, son escasos y estremadamente valiosos.

Las piedras grandes dan la impresión de tener un color más intenso que las pequeñas.
Para el no experto resulta imposible la diferenciación de los diamantes según los colores dentro de la serie amarilla.
El origen de la coloración se explica unas veces por la presencia en su composición de impurezas químicas como nitrógeno, boro, magnesio, uranio, etc. y, otras veces, porque han sido sometidos a irradiaciones naturales. Una variedad muy particular es el llamado diamante camaleón, el cual cambio de color verde a amarillo en función de su entorno.
El diamante más cotizado es el incoloro. La determinación del grado de color se realiza, generalmente, a simple vista por expertos que utilizan la luz natural procedente del N en el Hemisferio Septentrional y la procedente de S en el Austral. Estos especialistas realizan su trabajo en habitaciones pintadas de blanco, sobre un papel blanco y están equipados con ropa blanca para evitar los posibles reflejos que podrían influir en sus determinaciones. En algunos casos, pocos, se realizan estas clasificaciones por métodos colorimétricos o fotométricos.
El «blanco excepcional» en sus dos acepciones es incoloro ligeramente azulado; el «blanco extra», en los dos casos, es incoloro sin las tonalidades azuladas.
A partir de aquí van aumentando ligeramente las tonalidades amarillentas o castañas hasta llegar al «color 1» donde se aprecian con claridad estas tonalidades, que siguen aumentando en intensidad hasta alcanzar el «color 4».
La proporción de «blanco excepcional» en los diamantes de joyería es del orden del 1%, la de «blanco extra» del 5% y la de «blanco» del 10%.

La clasificación de pureza, con lupa (10x), es la siguiente:

• Escala de graduación de los colores de los diamantes para pesos superiores a 0.46 quilates
• Amberes: Antwerp(ingles), Antwerpen (flamenco), Anvers (frances). Ciudad de los diamantes, segundo puerto marítimo de Europa en el rio Scheldt, Bélgica.
• AGS: American Gem Society
• GIA: Gemological Institute of America. Certificación confiable del diamante. Investigación del diamante
• Scan. D.N: Scyinavian Diamond Nomenclature. Estandar Escandinavo
• CIBJO: Confederación Internacional de la Bisutería, Joyería, Orfebrería
• IDC: Internacional Diamond Council
• HRD: Hoge Raad voor Diamant. Un instituto independiente en Amberes para la industria del diamante. Certificación imparcial y confiable del diamante, controlada por autoridades del estado de Bélgica. Da el color del brillante asignándole los signos «+»dependiendo de la intensidad de la transparencia o color de la piedra.

ESCALA GIA DE GRADACIÓN DE COLOR DEL DIAMANTE

La escala de la GIA, asociación reconocida internacionalmente y vinculada con la enseñanza gemológica y el comercio de las gemas, es la que se utiliza principalmente .
En 1953 la GIA creó una escala en la que cada grado se representa por una letra del alfabeto, comenzando por la letra D, que representa el mejor grado de color, y terminando en la Z. Esta escala de 22 grados matiza muy bien las diferencias de color que hay entre unos grados y otros.
Diamantes de la D, E y F no tienen ningún color perceptible al ojo. Son incoloros.
Los clasificados en la G, H, I, J, son casi incoloros y sólo un gemólogo puede identificar un leve rastro de color.
Los pertenecientes a la K, L, M, presentan un suave color amarillo visible incluso para el ojo inexperto.
Cualquier diamante clasificado en la N, O, P, Q, R, tienen un color más amarillo visible al ojo inexperto.
De la S a la Z se observa un color amarillo obvio para el ojo inexperto.

GRADACIÓN DE PUREZA

Se entiende por pureza de un diamante la perfección interna (en Escandinavia y U.S.A., también consideran la externa), es decir, a la ausencia de inclusiones u otras imperfecciones ya que, cuando no existen estos defectos, la piedra alcanza una gran transparencia.
Por acuerdo internacional, se definen como puros los diamantes en los que no se aprecian inclusiones al ser observados con una lupa de diez aumentos (10x) por un experto. Los defectos que puedan observarse con mayores aumentos no se consideran.
En el proceso de cristalización de los diamantes a partir del carbono, la naturaleza dejó minúsculas huellas, fisuras, puntos negros, «burbujas y plumas» en la mayoría de ellos. En la terminología del diamante se consideran inclusiones, tanto los pequeños minerales que se formaron con anterioridad o simultáneamente al cristal de diamante y han quedado englobados en él, como las grietas o fisuras naturales o provocadas a los planos de exfoliación octaédrica (plumas), y a la posible zonalidad del crecimiento del cristal.
Las inclusiones minerales más frecuentes pueden ser pequeños octaedros de diamante, olivino, enstatita, diópsido, granate y espinela; es decir, los minerales que constituyen la roca en la que se formó el diamante. Estas inclusiones, nada deseables para la transparencia de la piedra, sirven para reconocer la autenticidad de la misma al permitir diferenciarla de otras gemas o imitaciones. Su número, tamaño y posición, bajo una lupa de 10 aumentos determinan la pureza de un diamante. De este modo, las inclusiones hacen que cada diamante sea único.

Todas las inclusiones e imperfecciones penalizan el valor del diamante, en mayor o menor grado, dependiendo del color, tamaño, número y situación de las mismas.
Respecto al color, se clasifican las inclusiones en claras y oscuras; evidentemente las inclusiones claras o transparentes penalizan menos la gema que las oscuras. A estas últimas se las dio durante mucho tiempo el nombre de «carbones», aunque realmente no lo son.
La situación de las inclusiones tiene gran importancia, ya que un diamante que presenta una inclusión en el borde de la tabla vale mucho menos que otro que, con iguales condiciones de los demás factores, tenga una inclusión análoga junto al filetín.
Tanto el tamaño como la cantidad de inclusiones, es evidente que tengan una penalización progresiva, ya que los diamantes más cotizados son los que carecen de inclusiones.
Frecuentemente las impurezas pueden desaparecer durante el proceso de la talla, de hecho, el tallador debe quitar tantas inclusiones como le sea posible, al mismo tiempo que mantiene el máximo peso posible en quilates, ya que tanto el peso como la pureza son determinantes en el valor de un diamante.

SI3– No reconocida por los laboratorios de peritaje (GIA, HRD, etc.), pero utilizada por diamantistas y figura en el Rapaport.

PESO

Las piedras preciosas se miden por una unidad de peso que es el «quilate». El origen de esta palabra procede de la semilla del algarrobo (Ceratonia siliqua), keration en griego, que utilizaban los antiguos mercaderes de perlas de Oriente Medio debido a que las semillas secas de este árbol tienen un peso muy uniforme por lo que las tomaron como unidad de peso para las perlas y, posteriormente, para las piedras preciosas.
Como esta unidad fue variando con el tiempo y no era la misma en todos los países, a principios del siglo XX
se adoptó internacionalmente el quilate métrico que equivale a 200 mg o 0,2 g. La subdivisión d»puntos»; el punto equivale a 1/100 quilates.
No debe confundirse nunca la expresión quilate referida a las piedras preciosas, que representa un peso, con el quilate cuando se refiere a aleaciones de oro, ya que, en este caso, representa cada una de las veinticuatroavas partes en peso de oro puro que contiene cualquier aleación de este metal.
El precio de los diamantes aumenta con el tamaño y por consiguiente con el peso, y este aumento de precio es una función exponencial; si una pieza de un quilate tiene un precio de 5.000 euros, el de otro de dos quilates (con las mismas características de calidad), no será de 10.000 euros, sino muy superior.

Este aumento de precio está justificado, si se considera que los diamantes de mayor tamaño son mucho menos frecuentes.el quilate se hace mediante decimales con dos cifras, por ejemplo, 1,25 quilates.